Poco importa si vas a trabajar, a una reunión del colegio de los niños, de vermuts con los amigos, o a pasear por la ciudad… lo esencial es cómo te muestras al mundo en cualquiera de esas ocasiones. Y solo hay una manera buena de hacerlo: con elegancia.
Pero, con esto de la elegancia ¿se nace o se hace? La realidad es que todo influye y tu actitud vital debe transmitir seguridad en ti mismo y autenticidad y ambas cosas se verán reflejado en tu aspecto. No se trata de ser como Fulano o mejor que Zutano. Y, como dijo Yves Saint Lauren, “Nunca hay que confundir la elegancia con la pedantería”.
Saber llevar estas pequeñas aliadas no es fácil, tampoco te vamos a engañar, pero si las combinas bien –les encanta figurar pero siempre en compañía-, tienen la garantía de subir el nivel de tu apariencia unos cuantos escalones llenos de murmullos de admiración y miradas seductoras.
Los orígenes de estas prendas se remontan a la Francia de Luis XIII, en pleno período de guerras donde se reclutan soldados croatas que llevaban un pañuelo anudado al cuello, probablemente para proteger sus faringes del crudo invierno. En el s. XVII se instaura como moda en Francia, donde además de ser un signo de distinción de clases altas, se complementaban con todo tipo de puntillas, adornos y combinación de tejidos.
En el siglo XIX, con la revolución industrial y textil se extiende por toda Europa y evoluciona hasta convertirse en una prenda funcional, al alcance de todas las clases sociales y sin distinción de sexos. De hecho, las mujeres la usan como símbolo reivindicativo de emancipación.
Pero bien antes de esta época, la corbata ya formaba parte de los accesorios de ciertas mujeres de la alta sociedad. No se trataba de vestirse como un hombre, sino como una mujer chic y elegante. Hoy por hoy su uso es estrictamente masculino y, más allá de los círculos laborales donde se exige en el día a día, no se concibe acudir a un evento social de cierto nivel sin llevarla.
La pajarita o corbata de lazo es un simple trozo de tela que se anuda alrededor del cuello procurando que sus extremos formen un lazo, cuya forma sugiere nombres tan evocadores como “ala de murciélago” o “diamante”.
Lo cierto es que la corbata ha sido siempre sinónimo de elegancia por antonomasia, relegando la pajarita a un mero complemento del smoking, la prima friki que no hay cómo usarla a no ser que seas James Bond o se case tu amigo acomodado y el dress code así lo exija. Hoy, la pajarita ha echado a volar, y tiene su propio lugar en el firmamento del buen gusto.
Y es que, afortunadamente, los tiempos evolucionan y las modas también. Ya no tienes que ser un fashion victim ni un clásico empedernido para colocarte una pajarita y salir airoso sin parecer Miliki.
Reivindiquemos el buen vestir, los hombres que se cuidan, la elegancia como sinónimo de estilo e incorporemos pequeñas acciones y complementos en el día a día que otorgan a los hombres un halo de distinción, ese nosequé digno de cualquier estrella de cine. Y tranquilo, cuando vuelvas a casa puedes comer patatas fritas a dos manos sentado en el sofá. Eso sí, sin corbata ni pajarita.
una buena corbata o un buen moño te dara mas estilo. Siempre un moño es un excelente accesorio si te quieres ver mas elegante, son accesorios que te combinan perfectamente con un blazzer y un chaleco.