“¡Tú lo que necesitas es encontrar a una buena chica de una vez!” dice esa mujer a la que debes querer y respetar por encima de todo porque tardó 15 horas en traerte a este mundo (cada vez que lo cuenta las horas van variando) también conocida como tu madre, en la decimocuarta llamada que te hace en el día. Y ahí estás, amasándote la barba con mirada distraída esperando el momento para contestar “ya la encontraré, ahora estoy buscándome a mí mismo” (cinco años de duro viaje, al estilo Frodo y sus salidas tranquis con los colegas de La Comarca), cuando de repente algo cambia. Abres mucho los ojos y sientes un frío latigazo en la espalda que te advierte de que ya no eres tan joven como antes, que te has tomado demasiados radicals en tu vida como para ser tan inmortal como Putin o Jordi Hurtado, y que quizás, sólo quizás, tu madre tiene razón. Es hora de encontrar novia.
Pero la verdad es que los años te han convertido en alguien un tanto perezoso para enfrentarte al duro mundo real donde tienes que interactuar con todas las chicas erróneas hasta que el destino pone delante de tus narices a la mujer perfecta. Pero como te has olvidado de todo lo que te enseñaron las películas de Disney que te ponían continuamente de pequeño, y has llegado a la conclusión de que en otra parte del mundo no está tu media naranja dando tumbos buscándote, tampoco necesitas invertir grandes dosis de esfuerzo yendo de bar en bar.
Mientras reflexionas sobre todo esto, y a punto de llegar al nirvana, te das cuenta de que tu madre aún sigue hablándote por teléfono, así que, como si hubieses despertado de un sueño y por fin vieses la realidad tal y como es, saltas del sofá y gritas: “La buscaré mamá, no te fallaré”, a lo que cuelgas porque es un gran momento y para qué estropearlo con un adiós. Vas al frigorífico a por una cerveza para aclarar las ideas, y mientras vas por la tercera empiezas a plantearte cuáles son tus puntos fuertes que hacen que impactes a una mujer con atractivo. Y como siempre cuando empiezas a pensar muy en serio, comienzas a tocarte la barba… la… barba… barba….bar…ba (vacío existencial durante dos largos minutos) ¡Claro, la barba! ¡A las mujeres les encanta las barbas!
Y como hemos dicho antes, estás vaguete, con lo que tus ideas originales se quedan ahí. Pero por suerte para los hombres perezosos del siglo XXI existe el mejor invento de la historia, no, no es LEA (que también), sino que en este caso nos referimos a Google (que nos fallaste un poco con lo de Google News, pero aún te queremos igual). Con lo que enciendes el ordenador y escribes:
Y cuán grande es tu sorpresa al hallar un Tinder para barbudos, es decir, tu sueño hecho realidad. Este oasis de felicidad en tu rutinaria vida se llama Bristlr. Subes tu mejor foto presumiendo de barba, y ¡a esperar! Ésta no es una red social al uso, ya que su primera pregunta no es si estás soltero, o si estás buscando contactar con hombres o con mujeres, sino que lo principal es, ¿tienes barba o no? Contestada la pregunta, y después de haber hecho tu perfil, sabrás la intensidad de tu atractivo (y el de tu barba) entre las féminas también registradas en la red a través de corazones. Un corazón, miras el perfil, abres conversación y lo que surja… Warming: cuidado con esos Casanovas de pacotilla que hacen un copia y pega a todos los objetivos interesantes, Bristlr te dice cuando es un mensaje completamente original y cuando no (aquí empieza a entrar el tembleque). Por otro lado, esta app (que ya supera los 60.000 users) ha llegado en el mejor momento posible, donde la moda Lumbersexual se extiende por doquier, y las barbas reinan en el panorama hipster universal.
Menudo día de plena felicidad lleva tu madre: primero, le das la razón; y ahora empieza la cuenta atrás para conocer a la mujer de tu vida… ¡Cuántas cosas pueden cambiar con una simple llamada!
Pero, ¿para cuándo una red social para afeitados? Creemos que es cuestión de tiempo.
Etiquetas: Barbas, bristlr, lumbersexuales, tinder
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