Querida barba:
Todos los años te doy la bienvenida cuando empiezan las vacaciones y este año no ha sido menos. Como todos los veranos, te he dejado crecer salvaje.
Las tradiciones veraniegas hay que cumplirlas sí o sí: siestas interminables en la hamaca, piscineo con los amigos, cine de verano, vuelta ciclista y barba salvaje (con un toque surfero, sin haber hecho surf en mi vida). Y este año no iba a ser menos.
Es hora de hacer balance. Ya llevamos varias semanas juntos, y me he acostumbrado, con mucha facilidad, a ser barbudo. Eso sí, he aprendido que para llevar barba en verano no valía con dejarla crecer y punto. Es necesario cuidarla. Y tú bien sabes que yo te cuido y te mimo. Soy muy de piscina, y el cloro daña la barba, igual que el sol y el sudor. Pero eso no ha sido problema, porque con un poco de champú para barba, y un poco de serum, siempre te he llevado reluciente.
Ahora que ha llegado septiembre, mi duda es: ¿me afeito la barba o no me la afeito? Por un lado no me quiero despedir de la barba, le he cogido el gusto a esto de ser barbudo. Pero también estoy deseando volver al ritual del afeitado.
¿Volveré a la espuma de afeitar o seguiré con el serum?
Atentamente.
El de la barba impecable.
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